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Con el Miércoles de Ceniza del 10 de febrero de 2016, los católicos de todo el mundo dieron inicio a la Cuaresma, los cuarenta días de preparación para la Semana Santa. Este año el centro de la reflexión con estudiantes y personal docente y administrativo del Marymount estuvo en el año de la Misericordia propuesto por el Papa Francisco.
Que nuestros compromisos de cambio estén orientados a vivir las obras de misericordia corporales y espirituales con nuestro prójimo y a ser ejemplo en estas tres manifestaciones que deben caracterizar a buen católico:
1.      Oración en todo momento, recogimiento y agradecimiento por lo que se tiene
2.      Limosna: darla #hasta que nos duela”, como dijo el Papa Francisco. No es dar de lo que sobra sino de lo que nos hará falta
3.      Ayuno no sólo de comida sino de comportamientos indeseados:
Ayuna de palabras hirientes y transmite palabras bondadosas
Ayuna de descontentos y llénate de gratitud
Ayuna de enojos y llénate de mansedumbre y de paciencia
Ayuna de pesimismo y llénate de esperanza y optimismo
Ayuna de preocupaciones y llénate de confianza en Dios
Ayuna de quejarte; llénate de las cosas sencillas de la vida
Ayuna de presiones y llénate de oración
Ayuna de tristezas y amargura y llénate de alegría el corazón
Ayuna de egoísmo y llénate de compasión por los demás
Ayuna de falta de perdón y llénate de actitudes de reconciliación
Ayuna de palabras y llénate de silencio y de escuchar a los otros
 

Testimonio de Marcela Niño Páez,
profesora Preescolar

Fui una de las personas que aceptó la invitación de participar en el  Retiro de profesores y personal administrativo en enero de 2016, en el cual se trabajó alrededor del año de  la Misericordia y de su proyección. Fue una experiencia significativa. Me quedó claro cómo estas obras están unidas a la relación que tenemos con otras personas. Es mi deseo hoy, Miércoles de Ceniza con el cual damos inicio a la Cuaresma, compartirles el mayor fruto de mi experiencia del Retiro.

Después de leer y recibir estas obras me encontré una que se refiere al perdón. Es la obra de misericordia espiritual: Perdonar las ofensas. Y al hacer una de las lecturas Bíblicas, esta fue la que ha llegado a mi corazón:

Mateo 18, 21 – La parábola del perdón

Pedro pregunta a Jesús, cuántas veces tenemos que perdonar a quien nos ofende? Jesús le responde. No te digo siete veces, sino setenta veces siete. O sea una vez, otra vez, y otra vez…siempre.

Al leer me dije: muchísimas veces, que difícil. Por fortuna me llegó a mis manos una Biblia que decía en sus escritos: recuerda a una persona que te haya ofendido hondamente. Sostén su imagen en tus pensamientos y siente a Jesús junto a los dos. Imagínate que Jesús te pide perdón en nombre de ella, ¿Qué te dice Jesús?, ¿Qué le respondes?

Pensé: cuando tenemos a una persona que nos ha engañado, que nos ha ofendido que no es transparente, es muy difícil perdonarla. Porque  llegan los recuerdos negativos de esa persona, los rencores y los sentimientos de rabia, tristeza, desilusión y la herida emocional es muy profunda. Sin embargo le pides a Dios con todo tu corazón por esa persona y por uno mismo, y sientes algo maravilloso. Dios te da tranquilidad, paz interior y poco a poco se van desvaneciendo esos sentimientos que tenías,  descargando las tensiones que no son sanas para uno. El perdón nos hace disfrutar del hoy sin las amarguras del ayer.

Cuando  sinceramente  se ha perdonado  a esa persona, aparece un sentimiento de  libertad y armonía en tu corazón. Estos sentimientos son indispensables para seguir viviendo.

Por eso, hoy quiero invitarlas para aprovechar este tiempo de reflexión y que nos comprometamos a vivir este año de la misericordia, desde la solidaridad y la reconciliación, proponiéndonos cambiar  aquellas actitudes que no nos dejan mostrar el amor de Dios a los demás.

Con cariño.

Mache

 

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