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Marymount en Veo Luego Aprendo, aportando a comunidades vulnerables de nuestro país.

 

“Para que otros vean con nuestros ojos”

Abril del 2017 fue un mes de arduo trabajo y conciencia social. Alumnas de 10° patrocinadas por sus familias viajaron a Antioquia como voluntarias, donando su tiempo y esfuerzo en los talleres que hicieron como parte de las brigadas de salud visual del programa Veo luego Aprendo.

El apoyo a esta fundación viene desde el XVI Festival de Villancicos Marymount 2016; el 50% de lo recogido en boletería durante este evento fue donado a Veo luego Aprendo. Así mismo en el #Marymount se llevó a cabo un #jeansday en el 2017 para recaudar fondos, los cuales fueron entregados junto con donaciones de libros que hizo el colegio, a este fundación.

Agradecemos a la organización Veo luego Aprendo por permitirle al Marymount hacer presencia  en comunidades vulneradas por la pobreza y el conflicto, y aportar al mejoramiento de las condiciones de vida y la calidad de la educación de niños y niñas.

Testimonio

María Ángela te agradezco la oportunidad de haber participado en el proyecto Veo luego aprendo, experiencia que me permitió apreciar la gratitud en toda su extensión, pues allí me dí cuenta que las puertas siempre están abiertas para vivir en el amor y en el aprendizaje. Ese viaje a Urubá (Chigorodó y Carepa) me dejó un mundo mágico, un cosmos que trae consigo estrellas para disfrutar de un momento Macondiano en donde las sonrisas y la alegría son razón suficiente para vivir y a pesar de que es un rincón sin memoria trae un pasado que construye su presente pero siempre sueña con mejorar su futuro.

Esa pequeña travesía me sensibilizó y comprendí lo importante que es ver la realidad de manera nítida pues entre los niños había quienes esperaban desde muy pequeños esa posibilidad; o simplemente niños que se colmaban de curiosidad por algo que para mí es un acontecimiento común.

El recibimiento de Veo luego aprendo fue absolutamente gratificante; desde la llegada me hicieron sentir parte de un equipo o una gran familia en donde se aprendía de manera simultánea y en ambas direcciones… Por otro lado doy gracias al colegio en sí por los libros que fueron donados pues todas las historias de aquellos libros en su mayoría infantiles me hicieron reconocer y apreciar nuevamente la alegría de la lectura pues al compartir esos libros con los niños, con lo único que me lograba encontrar eran sonrisas que ilustraban esas ganas desaforadas por vivir la aventura de un nuevo aprendizaje, de una nueva palabra que aria parte de una de las historias más importantes; la propia.

Los niños del Urabá son niños que disfrutan de las pequeñas cosas, como diría Ángela Botero López de Cositas simples que te hacen feliz “Tan bobos nosotros, buscando la felicidad en las cosas que creemos grandes en las cosas que pensamos importantes, para venir a saber después de todo que no hay mayor verdad, que la que se vive en el alma de las cosas pequeñas. Ni mayor felicidad que la que generan las cosas simples” esa frase de una de mis autoras favoritas la experimente allá pues podría dar continuidad a ese pequeño libro y decir que las cosas que tienen un gran valor son: “pensar en algo maravilloso, las cosas inquietas, cuando suena la campana al recreo, un abrazo de aeropuerto, las ilusiones, las palabras mágicas, los nuevos amigos” entre otros.

Nuevamente gracias por la oportunidad y me gustaría que alguna pueda pasar el viernes en la formación general para así hablar y dar las gracias a toda la comunidad pues sin el apoyo de todos no se hubiera logrado cumplir las metas propuestas para poder vivir esa experiencia.

María Lucía Gómez. 10ºB

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