Memorias…
Escrito por: Clara Inés Sainea Gil – Español
Resumen
Palabras justas y necesarias cuando la ausencia me puebla.
“¡Reloj! ¡Divinidad siniestra, horrible, impasible, Cuyo dedo nos amenaza y nos dice: ¡Recuerda!”
Charles Baudelaire (LXXV)
I
Es apenas el momento para extrañar con más dolor la quietud de tus pasos en este mundo sin sentido.
Es apenas el momento para recordar que hoy, un año más celebrarías y un año más: una torta prepararía.
¿Es que acaso lo que no resulta en todo mi mundo se quedó en lo que palpé en mis manos cuando tu cuerpo en estas se contenía?…
Te sigo teniendo en mis sueños negados, en mis anhelos descalzos, en mi alma tan tuya…
Te extraño, me haces falta.
Y aún te busco en las calles, en las miradas y en el correr sin rumbo de tantos que a tu lado nacieron.
II.
El cielo está oscuro, y en su espesura absoluta, (espesura tierna y misteriosa) se destacan lúcidos, dos brillos preciosos:
tus ojos grandes y hechizantes que embrolladores se abren a mi fantasía.
Tus ojos grandes y hechizantes como notas jocosas de tu infantil melodía parpadean y me cautivan.
Ojos de siempre que hasta ahora conozco.
Quimera exquisita de beldad hechizante, a través de ese lenguaje hecho de inocentes miradas:
¡háblame, como aquel primer instante!
¡háblame, quimera exquisita de beldad hechizante!,
háblame de lo que quieras que yo, como tu madre: escucharé complaciente.
III.
Escapar
de este laberinto de sensibilidad donde se hallan encerrados nuestros motivos, disiparlos en la inmensidad del firmamento cualquier noche que lleve nuestro sabor.
Escudriñar
el más recóndito pensamiento tuyo con mi nombre, tu más alto secreto.
Divisar
la imagen de un sueño esparcido sobre el cielo.
Escuchar
aquella melodía de Ravel recostada en tu hombro mecida por tu mirada.
Sellar
el recuerdo de la prisa y los sueños que ya no serán.
Emprender
como en nuestro marzo un deleite de palabras de compañía.
Descubrir
otras palabras, otras ocasiones para dejar de insinuar lo mismo.
…
IV.
Estas noches vallenatas no son totales sin tu persona.
La ciudad no es Valledupar, es una vana capital llamada ausencia.
La ciudad que un día sentí en tu inspiración:
hoy la camino y comparto en tu ausencia.
La ciudad que te vio nacer hoy abre sus brazos,
corre sus aguas para mojarme y su aire tibio abre mis poros y los empapa.
La ciudad que en el pasado soñamos los dos:
hoy es realidad de uno solo, en el presente de otro.
La ciudad que nos anhelo juntos ¡es ésta!, la que ahora contemplo y tarareo en lejanos motivos.
Sí, es la ciudad: ¡tuya solamente!