Educar para construir reino, desde el diálogo de la fe y el cuidado de la casa común
Escrito por: Mario Andrés Insuasty Narváez – Religión
Resumen
En este articulo queremos responder desde la ERE (Educación Religiosa Escolar) y la Ecología integral, a la pregunta que nos llevó a desarrollar este articulo: “¿cómo educar para construir Reino, desde el dialogo de la fe y el cuidado de la casa común?”.
La cuestión aquí propuesta es muy diciente sobre todo en esta época en que los más desfavorecidos sufren por causa de la desigualdad ambiental. Podemos encaminar este tema desde la discusión teológica y la ERE para hacer sinergia con otras ciencias, ya que incide en la comprensión del Reino de Dios.
Por lo anterior dicho, queremos partir desde el ser humano, ser por naturaleza relacional que interactúa con él mismo y con la creación para trabajar por el Reino, es decir: el ser humano es parte del todo, de todo lo creado. No podemos señalar que es una isla aparte donde todo está al servicio de él y puede explotar a su antojo.
Ya en la historia e inclusive en las religiones, en concreto en el libro del Génesis, nos plantea una palabra que, en la historia de la humanidad, no hemos podido entender bien: “Dominad”. Dicho concepto se encuentra en nuestra cultura de desarrollo, donde nos hemos quedado únicamente en el desarrollo económico y tecnológico, dejando de lado el verdadero valor de la humanidad: la felicidad. Cuando hablamos de “desarrollo”, una multiplicidad de factores influye el concepto de humanidad. En este contexto, donde la ética y los valores evangélicos se convierten en ejes transversales para la conformación de la sociedad puedan ser equilibrada. Hablamos de “equilibrada”,
cuando consideramos un concepto de desarrollo que engloba la gestión política, económica, social y ambiental. Así, la ética debe ser el eje transversal que asegure un equilibrio en estos factores evitando la generación de desigualdad social.
Ahora el Papa Francisco aborda el problema del medio ambiente por la exhortación de la Encíclica Laudato si’, documento muy oportuno en este momento, cuando la protección del medio ambiente es cada vez más importante. Las consecuencias del deterioro ambiental se hacen sentir en todo el mundo a través del cambio climático, el calentamiento global, los desastres naturales frecuentes, la pérdida de biodiversidad, la contaminación, entre otras cosas.
De esta manera, el compromiso de la Iglesia católica con las cuestiones ambientales deriva de la creencia según la cual los católicos y personas de buena voluntad tienen la responsabilidad de trabajar por el bienestar de la creación de Dios. Hasta hace poco tiempo, los documentos sobre la doctrina social de la Iglesia no incluían muchos detalles sobre el medio ambiente. Sin embargo, en los últimos tiempos, la Iglesia ha pedido a los católicos reconocer el cuidado del medioambiente, como parte de su responsabilidad cristiana.
En esta coyuntura crítica, el Papa Francisco publica una Encíclica, en la que pide prestadas las palabras de San Francisco de Asís: “Alabado sea” (Laudato si’) como título de su encíclica. En la introducción el Papa expresa que “le gustaría entrar en diálogo con todas las personas, acerca de nuestra casa común”.
“…es decir: el ser humano es parte del todo, de todo lo creado. No podemos señalar
que es una isla aparte donde todo está al servicio de él y puede explotar a su antojo.“
También menciona cómo algunos de los Papas anteriores, científicos, filósofos, teólogos, y los grupos civiles expresaron su preocupación por el tema y de qué manera otras iglesias y comunidades cristianas ofrecieron reflexiones valiosas. Luego, cita específicamente las palabras del patriarca Bartolomé, sobre “cómo hemos desfigurado y destruido la creación.”
Así mismo, presenta a San Francisco de Asís como el santo patrón de todos los que estudian y trabajan en el área de la ecología por su gran amor por el medio ambiente y la naturaleza. Finaliza la introducción con un llamamiento a “un nuevo diálogo sobre el modo en el que se está dando forma al futuro de nuestro planeta”.
El Papa ya percibe que en este momento de la historia estamos en constante búsqueda del origen de la crisis. Esto implica la búsqueda de cambios, de acciones y de soluciones. Así mismo, no seremos capaces de encontrar remedio a este problema si solo nos quedamos en dominar el planeta para el desarrollo económico, ignorando factores éticos y morales.
Por otra parte, es necesario comprender de qué crisis estamos hablando pues es una coyuntura de cambios que nos invita a tomar acción. En este punto, es el concepto de ética ambiental empieza a tomar relevancia porque en los valores evangélicos y la construcción del Reino, según Jesús, nos lleva a decidir qué tan magno es el respeto y el valor que tiene la creación. Entonces, el planeta va mucho más allá de verlo como materia prima de desarrollo.
Un sofisma, que dice: “la tierra es para explotarla, la tierra es un recurso natural, y una gran fuente de financiación para el desarrollo económico de un país”. De esta manera, se siembra en la mente de las personas una forma de ver a la tierra como materia de explotación y saqueo.
Lo que estamos haciendo realmente es destruir al verdadero tesoro: la tierra. Ella es el regalo que nos dio el Creador, porque él nos provee el sustento a través de la tierra. Haciendo una alegoría a un cuento conocido, diríamos que el hombre está destruyendo, o matando, a la gallina de los huevos de oro por la avaricia de obtener el máximo potencial de lucro inmediato. Sin embargo, no percibe que, al cometer esta torpe acción, está acabando con los huevos de oro y con la gallina que los produce, así está quedando sin nada; ¿No estamos haciendo lo mismo con la tierra, con el medio ambiente? La gran cuna donde el Creador coloco al más preciado ser de la creación terrestre, al Hombre. Esta cuna, es también llamada la casa común.
“Lo que estamos haciendo realmente es destruir al verdadero tesoro: la tierra.
Ella es el regalo que nos dio el Creador, porque él nos provee el sustento a través de la tierra.“
Por lo tanto, es perentorio tomar las medidas correctivas para frenar el rumbo equivocado. Ahora, más que nunca, necesitamos acciones que estén direccionadas por los principios de preservación del ecosistema, guiadas por el creador del ecosistema y quien dejó mandamientos para que administrara correctamente la creación. Como principio de partida para tomar acciones, es necesario comenzar a dejar atrás el sofisma enseñado desde la escuela y adoptar la enseñanza correcta de que el medio ambiente y el ecosistema deben ser cuidados y vividos en armonía, en obediencia al Creador. Estas enseñanzas deben ser compartidas desde los entes gubernamentales, las escuelas, universidades, las iglesias, las familias. Este proyecto se llama: “Educar para construir reino, desde el diálogo de la fe y el cuidado de la casa común”.
Es el momento de citar a Gudynas que nos dice: “Una sociedad en la cual el desarrollo económico, el bienestar social y la integración al entorno, están unidos con un medioambiente de calidad. Esta sociedad tiene la capacidad de satisfacer sus necesidades actuales sin perjudicar la habilidad de que las generaciones futuras puedan satisfacer las suyas”1
Lo que dice Gudynas nos lleva a decir que la ética ambiental y la educación religiosa y teológica deben ser parte de la educación en los valores. Así, la diversidad e interdependencia de la vida, conocimiento, admiración, respeto, hacen parte fundamental de una preocupación común de vivir en armonía con todos los seres del planeta.
De la misma manera, se fomentando el respeto, solidaridad y la corresponsabilidad, para prevenir riesgos y situaciones de daño. Todo ello permite la creación de una justicia, equidad y comunidad del planeta, así como incentivar la tolerancia, el cuidado y el respeto por los derechos humanos y de la naturaleza, para lograr un desarrollo sustentable que se considere como una de las principales soluciones a la crisis.
Es importante hacer una reflexión teológica desde el diálogo ciencia-religión que subyace en el debate ecológico. Este es un reto urgente para la Iglesia y una oportunidad histórica para hacer el cristianismo comprensible y relevante en una cultura dominada por la ciencia y la
tecnología.
El cuidado del planeta, nuestro hogar común, es una tarea sinérgica que requiere la integración de lo espiritual y la teología. Todo esto, enfocado en una interdisciplinariedad compuesta. ¿Qué áreas sirven y apoyan a esta reflexión?
Por todo lo anterior, en el debate ecológico contemporáneo la Iglesia se juega algo más que su responsabilidad moral y su capacidad de estar a la altura de la historia. Se juega una oportunidad única de renovación. Es el momento de concretar una acción transformadora de lo que se ha comprendido acerca de la realidad (ver) y lo que se ha descubierto del plan de Dios sobre ella (juzgar). Es el momento de la práctica nueva y del compromiso, no sólo en la esfera de lo personal sino en procura de incidir activamente en la realidad social.
Este punto de vista apela a nuestra conciencia, que es ésta influenciada por el Espíritu Santo, direccionándonos a Cristo y remitiéndonos la opción fundamental de la reconciliación y el cuidado de los demás. Por tanto, debemos formarnos y formar a las futuras profesionales en una ética que se centre en la buena relación con la creación, guiada por los valores cristianos.
“Es importante hacer una reflexión teológica desde el diálogo
ciencia-religión que subyace en el debate ecológico.“
Por esto, la ERE debe centrarse en la espiritualidad y la ética. En este caos que hemos convertido la creación ella puede ser, y está llamada a ser, ese orden que nos vuelve a poner de cara con la obra perfecta de Dios. De manera que, aplicada a los diversos puntos en crisis de nuestra existencia, la ERE puede contribuir a ordenar y perfeccionar al conjunto de la sociedad.
Es posible que la ERE enfatice en proponer métodos de investigación. En este sentido, es crucial romper la separación del sujeto – objeto, investigador-investigado; así como también salvar la distancia entre teoría e investigación y evitar la fractura entre teoría y práctica. No hay que conformarse y explicar los problemas sociales, sino que también trabajar en transformarlos a través de la acción investigativa. La IAP (Investigación – Acción –Participación) sitúa al sujeto como productor de conocimientos en la reflexión de sí mismo y de su realidad, con el fin de generar cambios conscientes en el individuo y en su contexto social. Su aspiración máxima es hacer de la propia vida un testimonio de fe en Jesucristo y una vivencia comprometida de su seguimiento. Es colaborar activamente en la construcción de su reino, que culmina con él, pero que inicia aquí, en este mundo.
En ese sentido, la Ley 115 de 1994, en su artículo 23, numeral. 6, señala que la educación religiosa es un área fundamental. Partiendo
de esta afirmación, proponemos categóricamente la necesidad de fortalecer desde las aulas escolares la enseñanza del cuidado de la casa común. Así, desde la ética, la moral, los principios cívicos ciudadanos y religiosos, se debe enseñar al ciudadano a cuidar su entorno y la naturaleza, así como vivir con su prójimo armoniosamente propendiendo la paz, la seguridad y la armonía.
La Iglesia lucha por la preservación de la vida del hombre y la preservación de su entorno para que su vida de este sea digna y de calidad. No obstante, la Iglesia necesita del Estado, ya que es la entidad encargada de velar por el bienestar de sus ciudadanos, sus bienes, su honra y su soberanía. Todo sumado a garantizar a sus habitantes su dignidad, salud y educación. Es en este último punto donde el Estado tiene la responsabilidad de mejorar su calidad de vida e interrelación de los ciudadanos con sus semejantes para que vivan armoniosamente en sociedad. Este es el momento crucial donde la Iglesia y el Estado se deben dar la mano y trabajar juntos y armoniosamente en la educación. Para que el ciudadano aprenda a vivir en la preservación del medio donde habita, cumpliendo así con el mandamiento divino de cuidar, administrar y sojuzgar la creación.
Por consiguiente, todo profesor de educación religiosa debe tomar conciencia del tipo de enseñanza que transmite a sus estudiantes. Es responsabilidad del docente considerar de qué manera la educación puede impactar en sus alumnos y pensar cómo contribuye para que estos temas produzcan cambios de conducta.
Es necesario conocer y transmitir a nuestros estudiantes el conocimiento desde el ejemplo y las enseñanzas de Dios con amor. El docente debe procurar ser ese orientador ejemplar que todo alumno quiera imitar, ya que con frecuencia nos limitamos al conocimiento teóricos y los métodos tradicionales. Es por eso que debemos procurar actualizarnos utilizando los medios disponibles e implementar herramientas que nos ayuden a desempeñarnos mejor fortaleciendo así nuestra labor en la práctica para ejecutarlo de manera efectiva. Dios nos aconseja “…escucharlo todo reten lo bueno”, esto se hace necesario como al ser personas que estamos para iluminar con nuestras acciones
y comportamiento. De manera que enseñamos porque la luz no se esconde debajo de una mesa, sino que se coloca en un lugar alto para que pueda alumbrar todo. Es allí donde Dios quiere que estemos: en lugares altos donde podamos impartir luz.
Luego de reflexionar o evaluar cómo impartimos conocimiento o cómo estamos orientando a las futuras dirigentes y profesionales, se espera que, para el mañana, ellas procuren el bien del otro, la paz, la comunión, y la ayuda mutua, tal como nos enseña las Sagradas Escrituras.
Ahora bien, para lograr el éxito de que las personas que realizan la labor de enseñar u orientar en la ERE, a otros, incluidos a niños y jóvenes, se deben tomar medidas que conduzcan a este feliz estado. Uncamino es a través de la concientización. Sentir la necesidad de prepararnos para enfrentar la dura realidad de esta la época que nos ha tocado vivir una marcada por la crisis mundial, esperando que al unirnos y sentir amor por el prójimo lograremos cambiar esta situación. La fe nos impulsa a tener esperanza y es crucial que esté en
nuestras vidas, especialmente al momento que tengamos la oportunidad de estar con nuestros niños y jóvenes. Debemos creer que habrá un mañana mejor y transmitir esta idea también a ellos Los principios nunca deben cambiar, pero sí podemos modificar la edificación. Antes era de una manera más cerrada. Hoy tenemos la ventaja de una educación diferente donde podemos conocer y palpar la situación que vivimos nosotros y en otras partes del planeta tierra. Esto nos permite ser sensibles ante tanta necesidad.
“La fe nos impulsa a tener esperanza y es crucial que esté en nuestras vidas…“
El profesor de la ERE tiene una gran responsabilidad, como lo es el de cambiar tantos conceptos equivocados que han existo (como creer que la religión y la ecología no tienen relación alguna). Pensar que temas como el cuidado de la casa común solo corresponde para el área de ciencias sociales o naturales es un error, porque somos creaturas de Dios y, por lo tanto, hacemos parte de su hermosa creación y, por consiguiente, necesitados de ella. En clases de religión podemos inculcar el cuidado de la casa común, mostrando cómo Dios quiere que las personas conduzcan, cuiden y sepan administrar todo lo creado, que este ser es poderoso para cambiar pensamientos y acciones que destruyen tanto la vida del ser humano como de nuestra casa. Se hace necesario que en esta labor se incentive el respeto por las demás personas, pero también muestre el valor que tenemos como criaturas de Dios y de todo lo que existe en el planeta tierra.
Es de suma importancia que el profesor de la ERE infunda en los estudiantes, desde niños, una mentalidad de armonía, construcción, y búsqueda de soluciones que beneficien a toda la humanidad y no a unos pocos, como sucediendo es habitual.
Es necesario una mirada en la que los bienes que poseamos o logremos obtener no dañen o perjudiquen nuestra existencia. Por otro lado, es necesario tener en cuenta a los pobres pues dice que ellos se limitan a destruir por no contar con recursos suficientes para subsistir convirtiéndose en una de las razones injustificables para perjudicar nuestro diario vivir. Tanto el rico como el pobre están enmarcados por conceptos errados siguiendo los pasos de muchos que no tienen amor, ni consideración de tentar o acabar con la fauna, la flora y las especies. Por lo tanto, el trabajo del profesor es valioso en tiempos actuales, pues es ahora cuando debemos unirnos para colaborar, buscar soluciones y ejecutarlas. Esto solo pasará cuando haya personal dispuesto y presto para realizar la labor docente con abnegación, pendientes de lo que está en juego en nuestra casa común.
La escritura dice: “Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que de semilla; … según su género, … produjo pues, la tierra hierba verde, … según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. También Dijo Dios: produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra… luego dijo Dios: produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. Y por último creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. 2
Todo esto nos dice que Dios es el creador de todo lo bueno y que creó al hombre después de haberlo hecho todo para que administrara. El deseo de Dios es que el hombre se beneficie de todo lo que Él hizo y que todos aprovechen de las bendiciones dadas. Lastimosamente, el hombre no está dando buenas cuentas ante Dios ni ante sus semejantes de esta responsabilidad que dejó en sus manos. Habiendo recibido tremenda responsabilidad, algunos se excusan con que se necesitan los frutos y los animales para alimentarnos, los productos, los minerales y entre otras cosas para el beneficio mutuo. Todo escasea y hay sobre población, pero el hombre ha considerado que la abundancia siempre estaría y la escasez nunca iba a llegar.
“Lastimosamente, el hombre no está dando buenas
cuentas ante Dios ni ante sus semejantes de esta
responsabilidad que dejó en sus manos.“
El consumismo, el descuido, el no utilizar medidas adecuadas y de prevención son causando este caos. Así mismo, la educación que se ha transmitido no ha sido de forma coherente a las situaciones sociales y políticas presentadas.
No hay coherencia entre cuidar y destruir. Es vital preocupados por mantener y preservar su existencia, lo que incluye cuidar la capa de ozono. Sin embargo, nos arraigamos a contaminar cada día nuestra casa. Realmente necesitamos un despertar y esto es posible si establecemos un compromiso como profesores de la ERE. Esto implica establecer prioridades entre lo que ha estado deteriorando el planeta y las soluciones que debemos ejecutar.
Todo esto lo podemos realizar siempre y cuando luchemos en contra del deterioro, la explotación, la contaminación del planeta tierra, entre otros. Motivados, como dijo el Papa, a llevarlo a la realidad a través del dialogo. Se hace necesario, ponernos de acuerdo, a pesar de las dificultades, para que esto no siga ocurriendo. Es deber implementar la educación como instrumento activo de cambio en la conciencia ambiental para que impacte como beneficio a nuestra calidad de vida.
El diálogo que plantea el Papa nos sirve como punto de partida, como un llamado urgente a colocarnos de acuerdo para enfrentar la situación palpable que tenemos, más allá de la religión que se profese. Lo importante aquí es contribuir juntos y en armonía pues el diálogo de la fe es una razón de peso para estar juntos. Hasta el momento, las personas dicen profesar o creer en algo, pero la necesidad es grande ante tanta destrucción y desequilibrio en el mundo, la solución parece estar en el individualismo. Lamentablemente, los gobiernos aún no priorizan la búsqueda de alianzas que demanden inversión en proteger a los más pobres ni a la naturaleza. Siempre se espera que otros inviertan derivado de un tipo de mentalidad o enseñanza ortodoxa en la que se pretende dominar, pero no ser dominados olvidando uno de los principios establecidos por Dios: el amor al prójimo (que debemos interesarnos por amar a los demás con el amor que se tiene por sí mismo). Si logramos que los niños y jóvenes de este tiempo aprendan y practiquen los principios de Dios y de la vida, será una gran oportunidad para la humanidad.
Lo lograremos a través de educar mejor a nuestras niñas y jóvenes para presente. Sin embargo, para el mañana, salta la pregunta “¿cómo lo haremos?”. Se hace necesario prepararnos como verdaderos hombres y mujeres con compromiso por nuestra generación y las que vendrán después de esta. No meramente con discursos muy bien organizados, sino con una motivación y participación activa de todos, estableciendo estrategias que se puedan desarrollar, trazando metas a corto, mediano y largo plazo con el propósito firme y claro de construir Reino a través del dialogo de la fe y el cuidado de la casa común.
Conclusión
La enseñanza de la ERE consiste en “una presentación del mensaje y el acontecimiento cristiano que haga posible la síntesis entre la fe y la cultura, a fin de procurar al alumno una visión cristiana del hombre, de la historia y del mundo, y abrirle desde ella a los problemas del sentido último de la vida.3
Podemos decir, que la ERE debe trabajar en la comprensión de la sostenibilidad como concepto a través de los valores evangélicos. Esto implica un proceso dinámico que rompa paradigmas de lo estático y el statu quo. Hablábamos también de la incompatibilidad con el concepto tradicional del desarrollo, en la medida en que este implica un crecimiento desmesurado de la producción y explotación de los recursos naturales. Dicha explotación origina una profunda crisis ecológica, social, política: que impacta en el ser humano en la medida que ha olvidado el cuidado y la protección del otro.
Vistas, así las cosas, podemos decir que la situación actual arroja indicios preocupantes como reflejados en el egoísmo, el individualismo, ausencia de solidaridad, consumismo, hedonismo, el debilitamiento de los lazos comunitarios y conyugales, entre otros. Todo esto puede ocasionar en nosotros una pérdida de la esperanza o un profundo cambio de actitud. Ya que nosotros somos el problema, nosotros también podemos ser la solución en dos escalas: una macro, en la cual participan los países, y nosotros como ciudadanos, y una personal que hace referencia a actitudes y comportamientos que demuestran una preocupación y cuidado personal por el otro.
De esta manera, se hace necesario un cambio en nuestra sociedad y en nosotros formando un nuevo ethos hacia el cuidado personal y el compromiso con el planeta. Dicho ethos no podrá ser un conjunto de normas, más bien un tipo de conciencia social que nos ayude a rescatar ese compromiso y relación con los demás. Este nuevo ethos consiste en un entrenamiento vital y continuo, gracias al cual podemos ir encontrándonos en forma para un cambio en la conciencia social. De manera que elevar la moral se puede lograr, de la misma forma que con el deporte, entrenando, desarrollar determinadas capacidades, actitudes y habilidades personales y sociales. Al mismo tiempo que nosotros avanzamos por este camino de acciones y actitudes comprometidas con lo nuestra sociedad, lo estamos haciendo con nuestra propia vida.
De esta manera, dicho cuidado no se daría solamente en cuanto al individuo o en relación con el medio ambiente, sino también en el compromiso ético con el otro. Es decir, en cuanto el hombre es un ser que vive y hace parte en sociedad. Este nuevo ethos social implica el cuidado y el compromiso a través de acciones, actitudes y valores que van ejercitando al ser humano y la sociedad en la que vive.
“De manera que elevar la moral se puede lograr,
de la misma forma que con el deporte, entrenando…“
Esta tarea del ser humano de rescatar el cuidado y el compromiso por el otro, debe trascender a toda la creación, no sólo como encargado de cuidarla por ser racional (y en ese sentido, estar por encima de los animales y las plantas), sino también porque es su casa y la herencia de las futuras generaciones. Si bien es posible que, no vayamos a ver un cambio a corto plazo, pero estamos convencidos que sí se producirá un giro radical y que nuestros hijos lo agradecerán.
Bibliografía
- 1 Gudynas, E. (1992) “Los múltiples verdes del ambientalismo latinoamericano”. Nueva sociedad N. 122, pág 104-115. https://static.nuso.org/media/articles/downloads/2177_1.pdf
- 2La Sagrada Biblia (F. Torres Amat, Trad.). (1997). “Génesis, 1-27” Ed comunicación. (Obra original publicada en 1823)
- 3Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, (1979) Orientaciones Pastorales sobre la Enseñanza Religiosa Escolar, pág. 6. https://ciec.edu.co/wp-content/uploads/2023/observatorios/La-ERE-orientaciones-pastorales.pdf
- Gudynas, Los múltiples verdes del ambientalismo latinoamericano, nueva sociedad nro.122 noviembre- diciembre 1992, pp. 104-115
- Francisco, Laudato sí, cuidado de la casa común Italia, (2015)
- Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis. (1979, 11 de junio). Orientaciones pastorales sobre la enseñanza religiosa escolar. Madrid.
- Biblia. (1979). Biblia de Jerusalén.
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