Construcción del relato como parte de la ideología
Escrito por: Rocío Alarcón Silva – Español
Resumen
La narración y el relato permiten interactuar con el tiempo histórico para explicar e interpretar la lectura como una dialéctica y herramienta esencial para la comprensión de discursos en diferentes contextos como un sistema de significación de carácter autónomo, que permite una serie de presuposiciones en la construcción del texto.
“Nosotros los que conocemos, Somos desconocidos para nosotros mismos”.
Friedrich Nietzsche
Para identificar cómo se construye la narración en el relato es clave fundamental señalar que Paul Ricoeur, pensador francés, comprende que el carácter transhistórico de la simbolización, junto con la reflexión, hacen parte del trabajo de la interpretación, afirmando que lo que aporta la hermenéutica a la fenomenología es básicamente la comprensión, mediada por la relación ser-conocer.
Otros aspectos importantes son: ¿Cómo se construye la narración del relato? y ¿Qué papel juega el tiempo histórico en la construcción de la representación? Para analizar esto, Ricoeur incorpora la noción de texto, y la autonomía de este con respecto del habla, para presentar la lectura como una dialéctica entre dos actividades: explicar e interpretar.
En ese sentido, adentrarse en la interpretación en general y en la comprensión de sí en particular, es la forma de abordar el camino de la dialéctica desde la perspectiva de comprender y explicar, atravesando tres campos esenciales: la teoría del texto, la teoría de la acción y la teoría de la historia.
Evidentemente, en cada uno de los tres campos mencionados se propone que no se debe separar la comprensión que implica una aprehensión intuitiva anticipatoria, de la explicación comprendida con el análisis, las estructuras y el distanciamiento de objeto de estudio con relación al sujeto.
Precisamente, en la narrativa y la construcción del relato, el texto puede ser abordado desde diferentes aspectos en la inmanencia que lo aparta del mundo, y en la que el autor no está presente, para que mediante sus relaciones internas y su estructura sea explicado. La articulación necesaria de este primer momento es interpretar el texto levantado su clausura para llevarlo nuevamente a la comunicación viva, al mundo, desde un análisis que implica mostrar que es imposible entender la historia sin la utopía porque ni la conciencia ni la acción histórica pueden tener pleno sentido sin tomar en consideración la utopía, tanto en el principio como en el final de la historia.
En el contexto de nuestra evolución cultural existe el resurgimiento masivo de las imágenes con respecto al pensamiento, por tal motivo, en el relato se evidencia un tiempo histórico que permite clarificar qué se ve reflejado como una línea de tiempo en la que se pueden tomar referentes de un contexto determinado.
Lo anterior también se puede abordar desde lo que plantea Nicolás Buenaventura en su libro Los hilos invisibles del tejido social (1995). En este texto, el autor habla del tiempo libre y del tiempo total y muestra que las posibilidades de la acción pueden reconfigurar las acciones desde una conno tación positivista, cuando se enuncian los acontecimientos vividos por un personaje.
“La interpretación es la forma de llegar
a una comprensión en la teoría del texto”
Aquí es fundamental resaltar que Nicolás Buenaventura plantea la variedad de culturas que hay dentro de una comunidad, bajo la trascendencia que es marcada por la historia y que es importante para recuperar una comunicación y poder construir un mundo mejor, con el cual se pueda comprender y entender la sociedad como individuos para así poder ser sociables y sociales.
Buenaventura también hace énfasis en la importancia de ampliar el léxico y poder tener un diálogo sutil con el que se puede crear una cultura democrática en un ambiente de juego que permita el goce de disfrutar cada momento y detalle de la vida, ya sea con la familia, amigos o vecinos.
Retomando nuevamente a Riocoeur, en el aspecto de la imaginación en el discurso menciona que la teoría de la metáfora es una característica del uso alegórico de la imagen, por lo tanto, se presenta la percepción como parte del desarrollo del procedimiento y resonancia; la imagen es una especie de resonancia que se incorpora al uso del lenguaje figurado. El discurso es un acontecimiento puesto que se da en el tiempo y en el presente por oposición a la virtualidad de la lengua, a esto lo denominó Ricoeur instancia del discurso.
Además, el discurso remite el concepto de texto, según el análisis de Paul Ricoeur, y su relación con la lírica breve contemporánea donde el hablante lo hace mediante indicadores como los pronombres. Pero también resalta el manejo de espacio y de tiempo como parte estructural del campo social que, al tomar la palabra, existe un acontecimiento que involucra una subjetividad.
Finalmente, el discurso se refiere a un mundo para expresarlo, describirlo o representarlo.
“La instancia del discurso es un acontecimiento,
que permite ser representado”
El vínculo está en la condición que autoriza un intercambio o diálogo con el mundo del sujeto al cual se dirige, puesto que existe una transferencia directa, como principio de analogía, condición y trascendencia donde el pasado está abierto al principio para relatar las cosas de otra manera, escuchar ver y entrar en la analogía. En ese sentido, la modelización, en términos de alcance de la argumentación, junto con la veracidad hace parte de una afirmación de referencia histórica.
Reconocer entonces el mundo social y cultural es hablar de la ficción y relato como los tiempos y los espacios, como agentes y acciones, donde se hace un recorrido general de la imaginación como una predicación de mundos posibles. En ese sentido, como una articulación de lo teórico y lo práctico,
puesto que la narración no solamente es un ejercicio. En el aspecto del imaginario social se enuncia la ideología y la utopía como dos maneras subyacentes. Por lo cual, la ideología tiene dos polaridades: la reducción de la imagen y la posibilidad de integración.
Ante ello, se habla de la representación de sí mismo y la representación colectiva que surge gracias al lenguaje.
El lenguaje definitivamente es representado de múltiples formas. Stuart Hall, por ejemplo, expresa que el lenguaje funciona como esquema de representación simbólica, es decir, como código lingüístico, palabra y signo. Como una colección de sentidos que de alguna manera pueden reflejar la realidad estableciendo una corresponsabilidad entre significado y significante. Tal enfoque construccionista del lenguaje se enmarca dentro de los criterios del legado de Saussure, como teoría del lenguaje que fue el modelo para el análisis de sistemas de significados, equivalentemente importante en el hecho de que se formulase la lingüística sincrónica y diacrónica.
Para Saussure, la lengua es un sistema de signos que expresan ideas y se constituyen socialmente. De aquí, una de las distinciones más importantes para su posterior definición del signo: la separación entre “lengua” y “habla”. Esto se refiere al reconocimiento de lo social con respecto a lo individual, de lo esencial con lo secundario. Por ello, prácticamente Saussure es el fundador de la semiótica.
Sin embargo, otros autores, entre ellos Claude Lévi-Strauss, se dio a la tarea de estudiar las prácticas que producen el sentido, como por ejemplo la televisión y la imagen en la pantalla. En ese sentido, dentro del enfoque semiótico, hasta la ropa representa un significante porque se presenta una estrecha comunicación con la cultura.
Para Roland Barthes, un análisis semiótico debe reconocer los significantes. Es decir, los elementos de la imagen junto con los significados, o sea, los conceptos, puesto que todo es una mezcla de “el mito de hoy”.
Para Foucault, la representación es la producción de conocimiento a través del discurso. Por ello, el lenguaje real no es un conjunto de signos independientes, uniformes y lisos. El lenguaje, para Foucault, no es un sistema arbitrario. Por el contraio, está depositado en el mundo y forma parte de él, porque las cosas mismas ocultan y manifiestan su enigma, como un lenguaje, y porque las palabras se proponen a los nombres como cosas que hay que descifrar.
En ese sentido, el lenguaje forma parte de la gran distribución de similitudes y signaturas; el lenguaje no es lo que es porque tiene sentido.
Foucault hace hincapié en la conducta y el interés del sujeto, pero puntualmente en el saber y poder como parte de los contextos e historias. Así pues, la representación se da en la producción de conocimiento.
La palabra misma designa y nombra con nombre propio ya que está dirigida hacia tal representación. De tal forma, según Foucault, “la génesis del lenguaje a partir del lenguaje de la acción escapa por completo a la alternativa entre la imitación natural y la convicción arbitraria” (Foucault, 1972).
Otro aspecto que resalta Foucault es el preámbulo del lenguaje como discurso y conocimiento que pone en cuestionamiento ¿dónde está el sujeto? Foucault menciona que quién transmite el mensaje siempre lo va a entender porque es de su autenticidad, pero no es el sujeto, sino el discurso el que le da sentido y poder, ya que el discurso produce sujetos y todos los discursos cobran sentido.
La innovación semántica, en tanto producto de la imaginación, devela en el plano del discurso, sus procedimientos. Ricoeur describe dicho proceder como percibir lo semejante: acercar términos que, alejados al principio, aparecen próximos de pronto.
Para el caso, se trata del intento de acercar ciertos conceptos, incapaces de anticipar cualquier intuición, a una variabilidad de casos que desbordan la comprensión.
Dichos conceptos serán, por lo general, trascendentes a la experiencia, ideas con las cuales no se puede emparejar ninguna situación común, de modo inmediato.
Ahora, buscar dichos conceptos o reglas es una actividad que no exige una realización efectiva de las síntesis anheladas, como si, en algún momento se pudiera llegar a tener plena confianza en la inefabilidad de las reglas obtenidas. Más bien, la búsqueda se materializa en la creación de productos en la cultura. Productos que tengan la capacidad de sugerir dichos conceptos o ideas trascendentes. La imaginación, en este caso, no provoca síntesis espontáneas sino creativas.
“El lenguaje como acto comunicativo puede ser
representado por la semiótica de la imagen”
Ricoeur sigue llamando a dichos productos, esquemas, pero puesto en el plano del discurso, tales esquemas son creaciones textuales que objetivan un aspecto de nuestra complejidad vital socorrida por cierta estrategia “legal” o compositiva.
Finalmente, la utopía está enfocada en términos de imaginación mientras la ideología es parte esencial de la identidad inamovible, lo que permite que la relación entre ideología y utopía este en la imaginación del discurso y la acción, en ese sentido la acción como un comportamiento significativo y comunicativo, en el cual también hay un proceso de historicidad e ideología en el sentido invertido de la realidad.
Bibliografía
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Piaget, J. (1970). Tratado de lógica y conocimiento científico. Naturaleza y método de la epistemología. Buenos Aires:
Ricoeur, P. (1998). Tiempo y narración. Madrid: Editorial Siglo XXI.
Ricoeur, P. (1996). Si mismo como otro. Madrid: Editorial Siglo XXI. Pág. 106- 137.
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